Al sur de València. En su periferia. En la frontera con Sueca, recorrida la idílica tierra que inspiró a Vicente Blasco Ibáñez en algunas de sus novelas, se encuentra la pedanía de El Perellonet. Desde hace pocos años, el monocultivo del tomate ha dejado paso a una alternativa invernal basada en la verdura china destinada mayoritariamente a la exportación.
VALÈNCIA. Durante el trayecto, bautizado como la ruta del 25, atisbo las grandes grúas del puerto, la iglesia de Nazaret, el scalextric de La Punta, el gran fantasma de la ZAL. Atravesamos Pinedo, alcanzando El Saler pueblo. Quiero no perderme las vistas de L'Albufera, con unas aguas rojizas bufando y unas cañas soplando. Los campings y las autocaravanas son figurantes de un paisaje verde que abriga y ahoga el asfalto.
Los valencianos cuentan con un paraje natural de ensueño. De dibujos animados. De factoría Disney. Hasta los franceses lo reconocen; creo que fue el hermano de Napoleón Bonaparte el gobernante que instauró, en el poco tiempo que pernoctaron en el Cap i Casal, el título de ducado de L’Albufera. El Mariscal Suchet fue el personaje elegido. Así lo cuentan sus memorias. Siendo destituido el noble poder por la monarquía española, una vez los franceses se retiraron de la península.
Dejamos El Palmar. Estamos cerca de llegar al destino. Un pequeño rótulo de la localidad nos indica el momento de pasar las compuertas que dan vida a la Gola de El Perellonet. La CV-500, antigua carretera Nazaret-Oliva, es el circuito perfecto para un innumerable grupo de ciclistas que hemos sorteado. Estamos arribando al destino. Al contrario que en la zona norte, Alboraya, aquí predominan decenas de túneles de plástico o malla embellecidos por las cañas.
Estoy citado en dicho lugar, ubicado entre arrozales. Es arena de playa. No tierra. Me recibe Cosmin. El resto de compañeros están almorzando. No es de origen chino. Es un hombre de mediana edad, que calza una barba de una semana y viste un polo desteñido con el logotipo de Alta Native. El agricultor en cuestión, rumano de nacionalidad, con un castellano casi perfecto, da los buenos días y estrecha la mano.
Caminamos por los túneles, el sol aprieta. Me introduce en el asunto. El noventa por ciento de agricultores viven las tres cuartas partes del año ganándose el sustento cultivando verdura china. El resto del calendario, dan vida al exquisito tomate valenciano, el pimiento, la sandía, calabazas o el melón, entre otras viejas y clásicas hortalizas. El Perellonet, El Perelló y El Mareny son productores de la verdura oriental que después se exporta a Europa. En Sueca cuentan con punteras cooperativas que las comercializan.
Cosmin se sube al tractor para conducirlo. Un Landini. Se empeñó para conseguirlo. Lo cambia de sitio. Nos está molestando para la entrevista. El hombre relata por qué ha acabado viviendo y trabajando en España. No ha sido forzado. Ni fácil. Ha echado raíces, como sus hortalizas. Nacido en 1980 en la ciudad de Cluj-Napoca, este agricultor nos abre sus tierras para explicarnos de primera mano el boom de la verdura.
Ciertas personas ven a la comunidad china como una amenaza, mientras que para los agricultores de la zona es una bendición. Cosmin explica que aterrizó en nuestro país con el cambio de siglo. En un momento en que, en aquella España, su huerta era devorada por las grúas de hormigón. El cemento se imponía, y su primer oficio en la tierra de Miguel de Cervantes fue en el sector de la construcción. Era lógico. El cemento necesitaba tirar de mano de obra cualificada. Él era uno de ellos. Llegaría años más tarde la crisis y se acabó el idilio con el ladrillo.
Después vendría el siguiente oficio en el campo, y a seguir trabajando por cuenta ajena para perfeccionar el cultivo de las hortalizas. Empezaría en El Mareny. Mientras tanto, la explosión demográfica de la comunidad china por Europa fue rápida. Los españoles la aceptaron. Vinieron para quedarse. Así ha sido. Sin titubeos. Y claro está, una vez instalados han de alimentarse.
Cosmin afirma que, sin túneles de plástico, es complicado hacer buena verdura, e incluso sacarle rendimiento a la cosecha. Además, cuenta con el factor arena, que tiene la ventaja de trabajarse bien con los golpes de azadas, pero en su contra juega la baza de que requiere mucho alimento.
El estiércol de caballo es el abono que se suele utilizar para, una vez esparcido sobre la arena, retovatarse antes de sembrar. El plástico es recomendable para el cultivo de invierno, y la malla para la cosecha de la primavera-verano. Es más fácil distinguir las distintas variedades de verdura china por sus características que aprender el mandarín.
En un primer túnel se encuentra el pak choi, uno de los vegetales estrella en el carrito de la compra. Nos salimos de la ruta para entrar en otro. «¿Observas la diferencia?». Le contesto que uno es más grande que otro. En otro túnel presenta la amarilla (Kai lan). Algunas han espigado. Se aprecia por la flor recia. Son pocas, pero si se extiende al resto, esa cosecha se perderá. Los chinos son muy exigentes en el control de calidad.
El tiempo estimado de cosecha, en la gran cantidad de vegetales que produce, se estima en dos meses para ser cortado. El frío lo ralentiza. Aunque el tiempo se suele portar bien con nosotros. Recuerda con tristeza el paso del Gloria. Otro de los problemas que se encuentran los agricultores de la zona es la falta de mano de obra. No te puedes dormir en los laureles.
Una vez cortada y seleccionada se introduce en cajas de madera, se cubre con una malla verde, y se transporta rápidamente en furgonetas a la cooperativa ubicada en Sueca. Existen unos horarios. Una vez recepcionada por los trabajadores de Alta Native, las cajas son guardadas en cámaras frigoríficas antes de que sean recogidas por los camiones que las harán llegar a varios países de Europa.
Cosmin recuerda que ha cambiado mucho todo desde que empezó a trabajar en el campo, allá por el 2007. La presencia de la comunidad rumana era mayoritaria. Ahora es un trabajador autónomo. Independiente. Ha gestionado cerca de cuarenta hanegadas. Esos son muchos campos de fútbol que atender.
La localidad de El Perelló cuenta con una de las cooperativas más fuertes del territorio valenciano; es otra de las destacadas en producir y distribuir verdura china en el viejo continente.
Este pueblo costero y marinero, que vio pasar veranos al maestro Serrano, gestiona las camas de los cientos de trabajadores extranjeros. Hoy predominan jóvenes del Magreb y de Bangladesh. Vienen a trabajar y a ganarse un futuro en Europa. Son bienvenidos en el pueblo. Labradores de día y noche. Cuando el calor aprieta, se trabaja con un casco con luz, como los mineros o los ciclistas. Eso ocurre en los meses de verano. A partir de las diez ya no se puede estar, por eso tienen que currar de noche.
Otro referente en el cultivo de verduras orientales para la zona ha sido la instalación de las oficinas de la empresa Alta Native, de capital chino. Con su incorporación, la mercantil ha recuperado muchos de los campos o tierras abandonadas a finales del siglo pasado de manos de una envejecida población local. Los hijos no han querido continuar con el legado de abuelos y padres de la actividad agraria.
A este importante condicionante hay que sumar el incremento en el padrón local de la población rumana, que cada mañana se levanta para la labrar la arena. Una arena que todo lo que se siembra lo hace delicioso. Hoy muchos de ellos ya son propietarios de terrenos o negocios. Se han independizado.
La 'mancomunidad' formada por la poblaciones de El Perellonet, El Perelló y El Mareny ha posibilitado que dicha verdura se exporte a media Europa. Cuando uno circula por la CV-500, en época invernal, apenas se topa con verdura tradicional mediterránea y de temporada.
El negocio, si se puede llamar negocio, está en trabajar para Alta Native. Cada vez son más los valencianos que prueban estas deliciosas verduras en sus menús diarios. No en vano la distribuidora china cuenta con una tienda física, y online para que usted pueda añadir dichos manjares a su dieta diaria.
El pak choi es uno de sus productos estrella que se puede menjar de diversas maneras. Crudo, hervido o salteado es un placer. Otro de ellos, es el rábano blanco o Daykon, de gran tamaño con un toque picante y que nada tiene que ver con el rábano nuestro.
El Daykon suele servirse de gran tamaño con un peso considerable. La Chinese Eggplant más conocida como berenjena ha liderado en el ránking de ventas esta familia de verduras orientales. Alargada y esbelta de color morado es una verdura que se ha adaptado muy bien al mundo occidental. Los mediterráneos la consumen con mucha asiduidad por su suavidad.
El Bai Cai es muy parecida a la lechuga en su textura, algo más fina y con un sabor que no te deja indiferente. No solo las verduras forman parte de la actividad agraria, la fruta también cuenta con un hueco en su carrito de la compra. La White Pitahaya o la Papaya verde entre otros, son frutas que se incluyen en la lista de cultivos en el Mediterráneo.
Si a Alta Native le va bien, al resto de agricultores o productores les irá mejor. De hecho, sus números presentados son realmente buenos. En el año 2022 la empresa facturó más de cinco millones de euros. Una empresa que mantiene cerca de treinta personas en nómina.
Para ir terminando, Cosmin cuenta cómo es el proceso interno con la empresa para la que trabaja. En su caso, él se encarga del trabajo de retovatar, ya que cuenta con tractor propio; en otros agricultores lo asume la compañía de capital chino. «Ellos traen el planter. Y están en contacto con nosotros semanalmente. Algún trabajador viene a visitarnos para controlar cómo evolucionan las cosechas. Son uno más».
¿Hay vida después de la verdura china? «Sí, en agosto descansa la arena. Nosotros no. Sígueme». Nos detenemos frente a tres túneles, abre una de esas puertas, no estamos en un anfiteatro, estamos a escasos metros de la playa y se presenta la nueva temporada del tomate de El Perelló.
En mayo llegaron las primeras remesas de este caviar rojo. En junio, disfrutaremos de la gran mostra del tomate. Su cosecha va destinada a la tira de contar, en el gran mercado de mercados del producto fresco y de proximidad en Mercavalencia.
Me despido de Cosmin. Me acerco a la parada del 25, mientras no cesan de pasar furgonetas blancas cargadas de cajas en dirección a Sueca. Aquí contrariando a Berlanga, el bienvenido Mr. Marshall es real.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 116 (junio 2024) de la revista Plaza
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