Transformar la cáscara de huevo en cerámica o plantillas de zapatos, utilizar el sudor o la glucosa como combustible para dispositivos eléctricos, robots inteligentes para detectar el cáncer de piel o exoesqueletos para mejorar las condiciones laborales son algunos ejemplos de cómo las investigaciones de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit) tiene un impacto positivo en las personas
22/01/2024 -
VALÈNCIA. En la Comunitat Valenciana, se rompen cada año más de 2.300 toneladas de huevos en el proceso de envasado, que podrían ser transformadas en nueva materia prima en las industrias del calzado (para reforzar la calidad de las plantillas) y la cerámica (para fabricar azulejos). La membrana de la cáscara del huevo contiene carbonato cálcico, que es un material que puede emplearse como submateria prima en la fabricación de suelas de calzado y en la composición de fritas para baldosas cerámicas. El Instituto de Tecnología Cerámico (ITC) y del Instituto Tecnológico del Calzado (Inescop) están desarrollando nuevos productos que, además, serán más sostenibles. También, permitirán avanzar hacia un modelo de simbiosis industrial, alcanzando la economía circular entre tres sectores (la industria de transformación de huevos, la industria cerámica y la del calzado), que generarán nuevas cadenas de valor y nuevos modelos de negocio que se pueden replicar a escala internacional.
La glucosa es una de las fuentes de energía más importantes en la mayoría de los organismos vivos y funciona como un combustible biológico para alimentar las pilas de dispositivos eléctricos, como los marcapasos o las bombas de insulina, y nuestro sudor es un generador de energía, que puede usarse para alimentar dispositivos wereables en el ámbito de la monitorización personal. El Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) está trabajando en un dispositivo que funcionaría gracias a la glucosa, con lo que se evitaría que una persona que llevase un marcapasos o una bomba de insulina tuviera que someterse a nuevas intervenciones para recargar la batería. Además, el sistema permitirá que estos dispositivos sean más pequeños y estables. También el ITE está desarrollando electrodos sobre soportes flexibles para recolectar energía del sudor y usarla para alimentar dispositivos wereables en el ámbito de la monitorización personal. Así, pretende solventar los problemas de estabilidad, miniaturización y eficiencia de este tipo de dispositivos mediante la creación de una biopila alimentada a través del sudor e integrada en prendas deportivas.
Dentro del concepto de 'fábricas del futuro', los exoesqueletos son un elemento fundamental en la prevención de riesgos ergonómicos, para mejorar las condiciones laborales y la productividad. El Instituto de Biomecánica (IBV) ha sido uno de los centros pioneros en realizar el análisis del comportamiento de estos dispositivos en líneas de producción reales como, por ejemplo, el estudio realizado en la planta de Ford Almussafes en el uso de un exoesqueleto de miembros superiores para las personas trabajadoras de las líneas de ensamblaje.
Las actuales soluciones existentes no facilitan el diagnóstico de los tipos de cáncer de piel más frecuentes y peligrosos, como son el carcinoma basocelular y el melanoma. Por ello, Ainia está trabajando en un nuevo robot inteligente para la exploración dermatológica, capaz de asistir en la detección y delimitación de los principales tipos de cáncer de piel, mediante una técnica automatizada que no requiere contacto y se completa en tan solo unos segundos. Una herramienta, que combina robótica colaborativa, sensores fotónicos de alta resolución espacial y espectral e inteligencia artificial, que ofrecerá mayor autonomía, inteligencia y versatilidad, lo que permitirá ahorrar tiempo en la detección de estas enfermedades, reducirá los costes sanitarios asociados a la operativa en consulta, diagnóstico e intervención, contribuyendo a disminuir, además, las listas de espera.
Cuando en marzo de 2020 entró en nuestras vidas la pandemia de covid-19 uno de los principales problemas fue la falta de material para protegernos: no había mascarillas suficientes y los respiradores para ayudar a los enfermos más graves eran escasos. En ese momento, y en apenas un mes, los once centros de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit), emplearon sus capacidades para hacer pantallas protectoras, a través de sus impresoras 3D; aplicar la inteligencia artificial para la detección temprana de la neumonía; homologar productos sanitarios o desarrollar diferentes proyectos vinculados al diseño y fabricación de respiradores. Esa unión ayudó a muchas personas, pero también demostró la importancia de disponer de un ecosistema tecnológico y empresarial para resolver problemas.
Ese ecosistema tecnológico del que dispone la Comunitat Valenciana fue clave para el anuncio de la construcción de la planta Volkswagen en Sagunt o la fabricación de coches eléctricos de Ford. Precisamente, el campo del almacenamiento energético, el ITE es el centro tecnológico de referencia en investigación y desarrollo de proyectos del sector energético y, en particular, de baterías. Además, los once institutos tecnológicos están trabajando en numerosas soluciones, relacionadas con el almacenamiento energético, las energías renovables, la economía circular, el ahorro y la eficiencia energética, materiales más ligeros, impresión 3D y seguridad y mejora de la experiencia del usuario.
Y así podríamos seguir hasta nombrar los más de dos mil seiscientos proyectos de I+D+i que, solo en 2023, llevaron a cabo los once institutos tecnológicos de Redit, especializados en alimentación, Ainia; calzado, Inescop; cerámica, ITC; textil, Aitex; plástico, Aimplas; juguete, AIJU; energía, ITE; biomecánica, IBV; tecnologías de la información, ITI; embalaje, transporte y logística, Itene, y metal y madera, Aidimme, que han logrado consolidarse como la referencia de más de 15.500 empresas en la Comunitat Valenciana (de las que más de 5.500 empresas están asociadas a estos centros) a la hora de abordar sus retos de I+D+i. El 60% de las empresas que trabajan con centros tecnológicos en España lo hacen con centros de Redit.
El interés de la sociedad por la innovación
Sin embargo, si bien son conocidos dentro del tejido empresarial de la Comunitat, no lo son tanto entre la sociedad. Según el estudio Percepción social de la innovación en la Comunidad Valenciana (2018-2022) de Redit, la innovación no forma parte de las preocupaciones de la sociedad y se observa un distanciamiento entre los colectivos sociales y la innovación, por lo que «se hace necesaria una mayor comprensión sobre su utilidad social, sobre cómo la innovación mejora la vida de las personas lo que, finalmente, contribuirá al incremento de la percepción de la importancia de la innovación y de las partidas presupuestarias dedicadas a su desarrollo», señala el estudio. «Ese es, precisamente, uno de los retos que tenemos por delante: dar a conocer a la sociedad todo el trabajo que estamos realizando en los centros, que va a tener un impacto en la ciudadanía, en los productos y servicios que va a consumir, dentro de diez o quince años», resalta Gonzalo Belenguer, director gerente de Redit.
De hecho, el acompañamiento de los institutos tecnológicos a las personas se produce, según Belenguer, «en todas las etapas de su vida, desde la infancia hasta la vejez, y en todas las circunstancias: cuando juega, se viste, se calza, se alimenta, se ejercita, se rehabilita, aprende, construye y equipa su hogar, desarrolla su actividad profesional, se desplaza, usa dispositivos electrónicos, se relaciona con el software… En todos los casos los institutos tecnológicos de Redit disponen de la experiencia para identificar los grandes drivers del cambio y asesorar, de ese modo, a las empresas y la sociedad sobre las mejores decisiones a tomar».
Amplia infraestructura tecnológica y humana. Para ello, la Red de Institutos Tecnológicos cuenta con una importante infraestructura tecnológica, de más de 150.000 metros cuadrados, que la sitúa, entre otros motivos, como la primera red de apoyo a la innovación de las pymes del territorio español. Los institutos tecnológicos de la Comunitat Valenciana, algunos con medio siglo de vida, han pasado de ser un instrumento de apoyo técnico a las empresas a un espacio de encuentro donde los agentes implicados en la innovación pueden cooperar y escalar, y en el que el eje central es la colaboración público-privada -—están financiados, en una parte por la Generalitat y, en otra, por el propio tejido empresarial valenciano-—. «El modelo valenciano público-privado de apoyo a la innovación empresarial ha resultado ser muy eficaz», señala el presidente de Redit, Fernando Saludes, que puntualiza que «aunque aún estamos lejos de los niveles europeos de inversión en I+D+i a nivel regional y europeo, tenemos que fijarnos en nuestra evolución, que nos ha permitido subir treinta posiciones a nivel europeo, lo que demuestra que tenemos la visión y estrategia adecuada». En esa infraestructura destacan los más de doscientos laboratorios, que constituyen la mayor red a nivel nacional acreditada por la Entidad Nacional de Acreditación en España (ENAC), alguno de ellos muy especializados y únicos en Europa, como iMoLab, donde siete centros tecnológicos (IBV, como coordinador, Aidimme, Aimplas, IBV, ITE, Itene e ITI), están involucrados en un laboratorio distribuido de movilidad inteligente, con competencias en el ámbito de las infraestructuras para la movilidad, las necesidades y expectativas de las personas, la energía y las comunicaciones. Además, entre estos laboratorios sobresalen los ochenta y tres demostradores, que son espacios dirigidos a las empresas, para que puedan ver las tecnologías y proyectos que se están realizando en los centros y que permiten dar una respuesta efectiva e integral a las demandas de proyectos de I+D+i de la empresas. También, los centros tecnológicos de Redit cuentan con catorce observatorios tecnológicos, de mercado y de tendencias, que permiten a los institutos situarse por delante de las necesidades de las empresas.
Sin olvidar que los once centros cuentan con más de dos milprofesionales del ámbito científico-tecnológico, «y ese es el mayor activo y la mayor garantía de la capacidad de la red», destaca Belenguer. Además, el 52% de su plantilla son mujeres.
Impacto en empresas y sociedad. Toda esta infraestructura es especialmente importante porque las empresas que forman el tejido industrial valenciano son más pequeñas que la media nacional, están más sectorizadas y deslocalizadas por el territorio que en otras regiones, por lo que los institutos tecnológicos se han posicionado como socios tecnológicos de referencia de muchas empresas —no solo en la región sino también en España y a nivel internacional— a través de una oferta de capacidades y conocimientos tecnológicos y proyectos de I+D+i de alto valor añadido. «La colaboración con los centros es imprescindible para empresas como la nuestra, con menos recursos humanos y materiales», afirmó el CEO de Biomecanis (Grupo Garvalín), Joaquín García, en la última edición de Redit Summit. Una idea que corroboró el CEO de Unecol, Pablo García, «la colaboración con Inescop nos permite competir con empresas muy grandes a nivel técnico y poder hacer I+D+i al mismo nivel que ellos». Por su parte, Javier Guaita, R&D manager de Vibrantz, destacó la formación y conocimiento que trasladan los centros tecnológicos, su colaboración con la industria y su equipamiento científico.
Son solo algunos ejemplos de los beneficios que aportan a las empresas la relación con los institutos tecnológicos. Unos centros que captaron 145 millones de euros de programas de I+D+i nacionales y europeos y que, como señala Belenguer, «de no ser así hubieran ido a otras regiones y países» y ayudaron a que las empresas con las que trabajan captaran otros 117,2 millones de euros más. La inversión inducida debida a esta actividad fue superior a los 208 millones de euros. Así, por cada euro invertido en la red se generan once euros de impacto.
Y no solo hay que tener en cuenta el impacto en la economía y el tejido empresarial de la Comunitat, también hay que analizar el impacto social y medioambiental de los institutos tecnológicos y los indicadores de innovación responsable. Y según dos estudios realizados por Redit, por cada euro invertido en las actividades de los institutos, en 2022, se obtuvo un retorno social de 14,48 euros. Con una inversión total de casi 241,5 millones de euros se ha conseguido un valor de impacto social actual total de 3.495 millones. Respecto al impacto social y ambiental generado por la red de institutos tecnológicos, el estudio señala que alcanzó los 1.505 millones de euros, 351 de ellos vinculados directamente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El ecosistema innovador de la Comunitat Valenciana
Redit es solo una parte del amplio ecosistema innovador de la Comunitat Valenciana, que ha permitido que esta se sitúe entre las cinco regiones con una ratio de gasto en innovación sobre cifra de negocios por encima de la media española, junto a País Vasco, Cataluña, Castilla y León y Navarra, según la última Encuesta de Innovación en las Empresas del Instituto Nacional de Estadística (INE). El gasto en innovación empresarial en la Comunitat, durante 2022, alcanzó los 1.791,2 millones de euros, la cifra más elevada de toda la serie histórica, y se sitúa un 42,7% por encima de la que se registró en 2020, año en que la pandemia tuvo mayor impacto en todos los indicadores económicos. Los datos del INE también reflejan que la intensidad en innovación es del 1,05% en la Comunitat Valenciana, por encima de la media estatal, que alcanza el 0,95%. Mayor aún es la diferencia en el índice de empresas innovadoras respecto al total de negocios con diez o más personas asalariadas. En el caso de la Comunitat, este indicador llega al 25,7%, prácticamente dos puntos por encima de la media estatal, que es del 23,9%. Además, en esta autonomía se contabilizan 2.914 empresas con actividades innovadoras, lo que representa el 12,3% de total nacional.
Un ecosistema del que forman parte también las universidades, que cuentan con parques científicos donde conviven empresas consolidadas de gran volumen, empresas de base tecnológica surgidas de la propia universidad, y startups con un enorme potencial. Además del importante número de investigadores —el personal docente investigador se situó, en el curso 2019-2020, en 14.233 personas (el 11,17% del total nacional), y el personal contratado en investigación en 3.177 personas (el 12% del total)— y de contar con centros de investigación referentes, como el Instituto de Tecnología Química —centro mixto de la UPV y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)—; la Unidad de Parasitología Sanitaria de la Facultad de Farmacia de la Universitat de València, centro de referencia mundial para el tratamiento de enfermedades parasitarias, o el Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad Miguel Hernández (UMH) y el CSIC, entre muchos otros.
También hay que nombrar, dentro de ese ecosistema innovador, a los cuatro Centros Europeos de Empresas Innovadoras (CEEI), que hay en la Comunitat Valenciana (Valencia, Castellón, Alicante y Elche). Entidades que promueven el emprendedurismo y la innovación, apoyando la creación de empresas innovadoras, su consolidación y crecimiento. Solo por el CEEI de València, en sus más de treinta años de vida, han pasado nueve mil emprendedores, 3.500 mentorizados y se han creado 1.500 empresas con más de 17.000 puestos de trabajo creados.
Sin olvidar a los emprendedores. Según el informe 2022 del Observatorio de Startups de la Comunitat Valenciana, existen 1.467 entidades relacionadas con el ecosistema emprendedor regional, un 12,5% más que el año anterior y un 12% de startups con un total de 1.133 repartidas entre Valencia (87,2%), Alicante (8,6%) y Castellón (4,1%).
A ellos se suman aceleradoras e incubadoras como Lanzadera, Insomnia o Pug and Play son referentes a nivel nacional a la hora de mentorizar y lanzar proyectos con base tecnológica; organizaciones empresariales (empezando por la patronal autonómica CEV); Business Angels o inversores; clústers como Bioval; iniciativas como Innotransfer; fundaciones como Valencia Port, LAB Mediterráneo o la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio); instituciones sanitarias como Incliva, el Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante, Isabial o el Centro de Investigación Sanitaria La Fe, entre otros organismos.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 111 (enero 2024) de la revista Plaza
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