VALÈNCIA. A sus 42 años y con dieciséis de trayectoria política, María José Catalá recogió el pasado junio la vara de mando de la tercera ciudad de España. Con ello, el PP recuperaba —tras dos legislaturas en la oposición— el Ayuntamiento de València, un emblema para el partido.
Catalá se presentó por primera vez como cabeza de lista a las elecciones de 2019, en las que Joan Ribó (Compromís) retuvo la alcaldía en un gobierno compartido con el PSPV de Sandra Gómez. En aquel momento, la decisión del Partido Popular de proclamarla como número uno en València se tomó pocos meses antes, a comienzos de ese año. La dirigente popular se tuvo que poner las pilas rápido, pero ni su perfil ni su campaña ni el contexto político —todavía favorable a la izquierda— fueron suficientes para un cambio de color en el ejecutivo municipal.
Catalá decidió entonces asumir la oposición en el Ayuntamiento y darse otra oportunidad con la luz verde del partido. Ya con cuatro años por delante, su nuevo objetivo era las elecciones de 2023, consciente de lo que se jugaba: o ganar o… a otra cosa. Y ganó. No con la deseada mayoría absoluta —algo muy difícil para el PP en este momento—, pero con una indiscutible victoria.
El ticket electoral conformado por ella y por Carlos Mazón en la Generalitat ha dado paso a una nueva etapa política en la Comunitat Valenciana con los dos liderando ambas instituciones junto a Vox. A la líder popular le habría gustado gobernar en solitario, pero se vislumbraba desde el principio imposible. Así que el pasado octubre cerró oficialmente el pacto con sus socios tras meses de negociaciones que no avanzaban.
Catalá hereda reconocidos proyectos del anterior equipo de gobierno, como la Capitalidad Verde Europea. Aunque también ‘marrones’ que deberá desbloquear: La Marina, el nuevo estadio del Valencia CF, el PAI de Benimaclet o el soterramiento de las vías de Serrería son solo algunos ejemplos.
La política municipal —a otro nivel— no le viene de nuevas. Catalá, doctora en Derecho Público, fue a los 26 años alcaldesa de Torrent, hasta entonces tradicional feudo socialista, entre 2007 y 2012. Tras su segunda victoria, dio el salto a la autonómica. El expresidente de la Generalitat Alberto Fabra la nombró consellera de Educación. En el último año de una legislatura marcada por la crisis económica y los recortes públicos, fue portavoz del Gobierno autonómico. Un cargo de alto desgaste que todavía recuerda y que le curtió. Desde 2015, cuando el PP perdió casi todo el poder institucional, Catalá se refugió en Les Corts como diputada, acta que mantiene a día de hoy.
El camino hasta recuperar la alcaldía no ha estado exento de dificultades para los populares. La formación se partió en dos en la ciudad con las investigaciones judiciales sobre corrupción y, después, con la muerte de la exalcaldesa Rita Barberá en 2016. Catalá coge el testigo de Barberá, a la que ahora reivindica, aunque no fuera así hace pocos años.
Lo cierto es que la primera edil ha sabido moverse dentro de un partido con cambios de liderazgo de unos años a esta parte. Durante un tiempo, se acercó a la anterior presidenta del PPCV, Isabel Bonig, hasta que Génova le señaló su salida. A la llegada de Carlos Mazón mostró una total sintonía con él. A nivel nacional, hizo migas con el que fuera número dos de Pablo Casado, Teodoro García Egea, encargado de designar a los candidatos municipales. Ahora, con Alberto Núñez Feijóo también mantiene buena relación, al igual que con Miguel Tellado, su lugarteniente (y persona clave en los territorios), además de nuevo portavoz en el Congreso.
De reconocida habilidad política y con un discurso centrado dentro del PP, se ha anticipado a los movimientos orgánicos para aproximarse siempre a la persona más conveniente según el momento, lo que le ha granjeado ciertos desafectos de aquellos que se han quedado por el camino. Catalá tiende a rodearse de reducidos núcleos de confianza, algo que también ha provocado algunos recelos sobre sus intenciones.
Ahora tiene por delante el reto de gestionar València, que no es poco. Pero también el de ser capaz de consolidar un liderazgo propio tanto público —aunque sea difícil llegar al nivel de Rita Barberá— como dentro del partido. Quién sabe si fuera de las fronteras de la Comunitat Valenciana, algo que ella niega que ambicione. En un 2023 en el que ha destacado su figura, la revista Plaza ha decidido nombrarle persona del año.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 110 (diciembre 2023) de la revista Plaza