formación

València, paraíso Erasmus

Con un número récord en la UV y la UPV de alumnos ‘incoming’ y una gran demanda de pisos en alquiler, València se prepara este curso para acoger a alrededor de seis mil jóvenes de distintas procedencias a lo largo del mismo

18/12/2022 - 

VALÈNCIA. Sophie y Leila conversan en una de las mesas de la cafetería de la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de la Universitat de València (UV). Lo hacen en un español tan correcto que, a pesar de que sus nombres pueden delatarlas, abandonan por un momento la diferencia existente entre sus lenguas natales para entenderse. De hecho, la divergencia idiomática no es más que el resultado de entremezclar distintos países de origen como son Italia y Ucrania, respectivamente, gracias al programa Erasmus+ de la Unión Europea. Un plan que facilita la movilidad académica entre universitarios de diversos países y que, otro año más, posiciona a València como uno de los destinos referentes en la recepción de estudiantes.

Al igual que estas dos alumnas de Derecho y Filología Hispánica, el noruego Aslak y el alemán Leonhard siguen la misma dinámica pero en otra universidad: la Politècnica (UPV). Con Ingeniería Industrial y Gestión e Ingeniería Civil como carreras a estudiar, pasean por el Campus de Vera a la par que comentan, en español, diversos aspectos de su día a día. No solo ellos cuatro sino que alrededor de seis mil jóvenes han decidido escoger la capital del Turia como su hogar temporal dentro de este curso 2022-23, ya sea completo o solo durante un cuatrimestre. Una cifra que, además de los centros que dirigen Mavi Mestre y Pepe Capilla, respectivamente, engloba a la Universidad Católica (UCV), el CEU Cardenal Herrera (CEU-UCH), la Florida, la Europea (UEV), la Internacional (VIU) y la Escuela Superior de Ingenieros Comerciales (ESIC).

De hecho, Carles Padilla, vicerrector de Internacionalización y Cooperación de la Universitat de València, explica a Plaza que este año escolar el centro ha batido el récord de estudiantes incoming, es decir, aquellos que vienen a estudiar procedentes de otros países. Si en 2019, esta universidad pública era la primera en recepción de toda Europa con unos dos mil cuatrocientos estudiantes —según expuso el director de la Representación de la Comisión Europea, Jochen Müller—, ahora acogerá a alrededor de tres mil cien, entre los dos cuatrimestres, un 29,17% más. Junto a esta, la UPV también cuenta este curso con unos datos históricos que mejoran, incluso, los de antes de la pandemia, tal y como detallan fuentes de la institución. En este caso, y con una previsión de aproximadamente dos mil estudiantes extranjeros a lo largo del año escolar, confirman que es la cuarta universidad de Europa que más alumnos de intercambio recibe y la segunda de España en movilidad para la realización de prácticas en empresas. 

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Compartir aula con estudiantes extranjeros o discernir diferentes lenguas y acentos, durante un paseo por la facultad, ya es una realidad normalizada dentro del mundo universitario valenciano. En estos dos centros de estudios, Alemania, Italia y Francia son los países de origen que más destacan entre este tipo de alumnado, además de otros como Polonia, Noruega o Suecia, en el caso de la UPV. No obstante, otros centros resaltan a este medio más nacionalidades al margen de las citadas. Por ejemplo, la Universidad Católica de Valencia remarca Bélgica, Portugal y Chile, mientras que La Florida nombra Turquía, ESIC distingue, a su vez, entre Países Bajos y Finlandia, y desde el CEU-UCH especifican que una alumna procedente de Kenia estudia en el Grado de Arquitectura.

El idioma, un impulso

Aprender español es una de las principales razones para estudiar en una universidad valenciana. Es el caso de Sophie y Leila quienes, además, explican que en esa balanza también pesó la multiculturalidad y las recomendaciones de sus amistades. Por otro lado, Aslak y Leo resaltan la gastronomía, el clima y la playa como otros de los aspectos que inclinaron la balanza a favor de València. «En comparación a Noruega, València es mucho más barata. En mi país, por ejemplo, una cerveza puede costar alrededor de once euros», remarca Aslak. Por su parte, Leo explica que su centro de estudios cuenta con convenios con pocas ciudades: «Desde mi universidad, por ejemplo, podías ir a Madrid o a Barcelona, pero al final opté por venirme aquí, que era otra de las opciones».

Por su parte, las alumnas italianas Valentina, Doha y Lisset resaltan como impulsos adicionales la cultura y belleza de la localidad, además de los servicios y conexión con el resto de España que presenta. 

Así, la vida estudiantil, el clima, la oferta cultural y la playa se posicionan, por ese orden, como los condicionantes clave dentro de la elección valenciana, tal y como subraya el informe València como destino para estudiantes internacionales: Factores determinantes en el proceso de elección de destino internacional de la UV, junto a investigadores del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y promovido por la Concejalía de Hacienda del Ayuntamiento de València. Estudio que, a su vez, expone como aspectos «más satisfactorios» para los incoming la costa, el tamaño de la ciudad, la cercanía con diversos parajes naturales y factores relacionados con «condiciones sociopolíticas», como son el nivel de seguridad y la tolerancia tanto religiosa como de género. 

José Manuel Pastor, director de la Cátedra Mesval e investigador del Ivie y uno de los autores del estudio, explica que otro de los principales atractivos de València son los convenios que presentan sus universidades, que permiten que el programa sea posible, además de factores académicos y el estilo de vida. Un interés creciente sobre el que resalta a la UV, gracias a la oferta de «clases de inglés con esfuerzo en internacionalización» que presenta y a su Facultad de Economía, que «acoge a más de ochocientas movilidades extranjeras de Erasmus». Dato que supone alrededor del 25,8% del total de estudiantado incoming entre las diecisiete facultades y una escuela técnica superior que tiene la Universitat de València.

Beneficios para la ciudad

Esta movilidad beneficia a la cultura y la economía valenciana por la actividad de los estudiantes en su día a día, pero también por las visitas familiares y de amistades que aprovechan la oportunidad de conocer la ciudad. Sophie y Aslak, por ejemplo, detallan que sus padres vendrán a verles en Navidad y marzo, respectivamente, a la vez que Leo afirma que su hermano ya le visitó: «Ahora es mi hermana quien vendrá en enero y otros dos amigos lo harán para pasar la Nochevieja aquí». 

Como ellos, Doha dice que irá gente a verla, y Valentina (estudiante del CEU-UCH) expone que, seguramente, su novio y familia querrán visitar la localidad y aprovechar su estancia para conocer España. El caso de Leila es diferente pues al proceder de Ucrania la situación «es más complicada» de cara a que gente perteneciente a su entorno familiar pueda viajar. 

Ante este tipo de estudiantado en la ciudad, Pastor no duda en remarcar que, si «un alumno normal gasta en torno a ocho y nueve mil euros de media al año, un extranjero tendrá un mayor impacto al venir de fuera y poseer gastos adicionales». Un dato al que se le añade el hecho de que el gasto medio por persona en hogares con una persona o pareja sin hijos dentro de la Comunitat Valenciana fue de, aproximadamente, 16.200 euros en 2021, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Ante esto, y aparte de las ayudas que puedan recibir de sus universidades de origen, todos los estudiantes que vayan a realizar el programa pueden optar a una beca Erasmus+ que contribuya a los gastos de viaje y estancia, según se explica en la página web de la Comisión Europea. No obstante, la cuantía que se recibe varía «según las diferencias del coste de vida entre los países de origen y de destino, el número de alumnos que la pidan, la distancia y la disponibilidad de otras subvenciones».

Aparte del ámbito académico, los erasmus buscan disfrutar de la oferta lúdica, gastronómica y cultural que ofrece el Cap i Casal, tal y como especifican Valentina y Doha. «Se gasta mucho pero, a cambio, puedes hacer muchas cosas», precisan. Sophie especifica que el gasto mensual de realizar el Erasmus ronda los cuatrocientos cincuenta euros mensuales, a la vez que la estudiante del CEU-UCH considera que se encuentra entre los quinientos y quinientos cincuenta euros. Leila, por su parte, lo sitúa en doscientos, si se resta el costo que se realiza en el alquiler de un piso compartido o en una residencia.

Al igual que ellas, Aslak también estima su gasto al mes en quientos euros aproximadamente, dentro de los cuales se encuentran los trescientos setenta (sin gastos) que le supone el alquiler de una habitación en un piso compartido, cerca de la avenida Blasco Ibáñez, con dos personas más. Un precio «más barato» que en Noruega, ya que allí pueden estar en torno a los quinientos o seiscientos euros al mes. En el caso de Leo, el alquiler junto a otras cuatro personas le supone trescientos sesenta euros al mes (gastos incluidos), a los que suma alrededor de trescientos cincuenta por ocio y restauración. «He ido a la playa, de discotecas... y he realizado pequeños viajes a Dènia, Bunyol o Barcelona», especifica el joven. 

Poca oferta de alquileres

El hecho de que la mayoría de Erasmus opte por el alquiler, ya sea de una habitación o del piso entero, genera un efecto positivo sobre el mercado inmobiliario que, por otro lado, «puede provocar preocupación» por la alta demanda y el impacto que se tiene sobre el precio de los mismos, según detalla el director de la Cátedra Mesval. De hecho, Padilla comenta que las dos residencias de la UV —el Colegio Mayor Rector Peset y la Damià Bonet— se encuentran completas y con lista de espera.

En relación a los pisos compartidos de estudiantes, Nora García, presidenta de la Asociación de Inmobiliarias de la Comunitat Valenciana, explica que en la actualidad «las casas se encuentran mejor preparadas» dentro de un sector en el que han entrado distintas modalidades, como el coliving, donde el alumnado alquila una habitación y comparte zonas comunes con el resto. De hecho, Alberto Añaños, CEO de Live4Life —plataforma de alquiler de pisos y habitaciones para estudiantes— añade que, en el contexto actual, existe cada vez más una mayor profesionalización de los propietarios. «Antes, gran parte de los propietarios tenían una herencia o un piso en València donde, al final, el mobiliario suponía un cementerio de muebles. Ahora, hay pisos que están muy bien amueblados y profesionalizados. Es un aspecto que lleva tiempo en el mercado y que, actualmente, puede llevar detrás a inversores particulares o fondos», subraya el empresario alicantino.

Esta profesionalización supone una de las razones del incremento de los precios de alquiler, pero no es la única. Nora García detalla que el factor de que parte de los estudiantes Erasmus «posean un poder adquisitivo mayor y estén dispuestos a pagar más también ha sido uno de los condicionantes», y Alberto Añaños destaca que no existe «suficiente oferta para tanta demanda» y que han presentado en su empresa 2,5 veces más de reservas a nivel nacional con respecto a 2021.

«València está creciendo y hay mucha gente, por ejemplo, que viene a trabajar unos meses como nómadas digitales. Cada vez se construyen más casas de coliving y la ciudad tiene una presión demográfica que no acompaña con la suficiente oferta. Hay zonas clave, como la norte, en la que no se está impulsando la construcción», remarca el CEO de Live4Life.

Así, el alquiler constituye uno de los mayores gastos del estudiante. Según la presidenta de la asociación, una habitación compartida en un piso de estudiantes ronda entre los trescientos euros al mes como mínimo (gastos aparte), si se tiene en consideración que una casa intermedia completa de tres habitaciones para estudiantes se encuentra entre los novecientos y los mil euros mensuales.

De hecho, Añaños acentúa que, en el caso de su plataforma, el alquiler por habitaciones de media estancia (máximo cinco meses), es un 35% más caro que si se alquila para un año entero «por el riesgo de que al propietario pueda quedarle una habitación vacía por dos meses, por ejemplo». Así pues, en Live4Life la media de alquilar una habitación de un piso que cuente con cuatro habitaciones es de entre entre doscientos ochenta y trescientos euros  al mes (gastos aparte), si se hace para un año completo, y alrededor de trescientos noventa —«con dificultad para llegar a los cuatrocinetos sin gastos incluidos»— en el caso de arrendar por periodos cortos.

Dentro de esta decisión de compartir casa con otros compañeros, Algirós se posiciona en la plataforma como el barrio más solicitado por los universitarios. Tanto es así que el empresario destaca que, desde el 10 de agosto, «esta zona ya no tenía nada de oferta prácticamente» y se derivaba a la gente a barrios colindantes. Tras este, la parte del centro, el Cabanyal y Benimaclet se posicionan en ese orden como los destinos más pedidos por los incoming, debido a su cercanía a los campus.

Con estos barrios en la cúspide de la selección, Nora García expresa que, gracias a diferentes vías de comunicación como el carril bici, a los Erasmus a día de hoy les es «más indiferente» escoger una zona concreta. Del mismo modo, subraya que el «problema de precios desbocados y carencia total de oferta» ya no solo afecta a este tipo de clientes, sino al resto de los interesados en búsqueda de piso.

Una situación que, aunque complicada, es mejor que en otros países europeos, como Italia. Desde la Universitat de València, Carles Padilla explica que este curso han mandado a seiscientos estudiantes a Italia dentro del programa Erasmus+, al mismo tiempo que han recibido el mismo número de incoming desde ese país. Un número que supone un récord para el centro de estudios valenciano. No obstante, el vicerrector de Internacionalización y Cooperación comenta que, por primera vez, el alumnado que ha viajado hasta Italia «ha encontrado problemas de alojamiento». De hecho, afirma que seis personas han tenido que renunciar a la beca y que otras cinco personas pasaron por «una situación límite» al no encontrar dónde dormir. «Nosotros desde las facultades y el servicio de relaciones internacionales intentamos ayudar y hablamos con las residencias, pero también están llenas», subraya. 

Es así cómo València se sitúa como una ciudad estudiantil, dentro del marco europeo, con un impacto económico que «va más allá de las cifras económicas», tal y como explica Pastor. «Cuando estos estudiantes vuelven a su país, si tienen un buen recuerdo, atraen a otros con el boca a boca y cambian la imagen de la ciudad. Son como embajadores gratuitos de València», expresa.

Un destino más que presente para los estudiantes que provienen de fuera y que las distintas universidades valencianas valoran de manera positiva, gracias a la apertura internacional que supone para las mismas y el enriquecimiento que trae consigo tanto profesional como personal. Un destino que, poco a poco, y para jóvenes universitarios como Sophie, Leila, Aslak o Leo se ha posicionado como una ciudad de Erasmus. Y, como las cifras la avalan, de las más solicitadas de España, junto a Granada, Barcelona, Sevilla o Madrid.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 98 (diciembre 2022) de la revista Plaza

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